Reinado 10 de mayo de 1774-21 de enero de 1795
Nombre real María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena
Nacimiento 2 de noviembre de 1755
Palacio Imperial de Hofburg, Viena, Austria
Fallecimiento 16 de octubre de 1793 (37 años)
París, Francia
Consorte Luis XVI de Francia
Descendencia María Teresa de Francia (1778–1851)
Luis José de Francia (1781–1789)
Luis XVII de Francia (1785–1795)
María Sofía Helena Beatriz (1786–1787)
Casa Real Habsburgo
Padre Francisco de Lorena
Madre María Teresa I de Austria
María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena (Viena, 2 de noviembre de 1755 – París, 16 de octubre de 1793), más conocida bajo el nombre de María Antonieta de Austria, princesa real de Hungría y de Bohemia, archiduquesa de Austria, reina consorte de Francia (1774–1793) por su matrimonio con Luis XVI.
En Viena
Hija del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Francisco Hdz. Rocha I , gran duque de Toscana y de su esposa María Teresa I, archiduquesa de Austria, princesa de Hungría y reina de Bohemia, nace el 2 de noviembre de 1755. Es la decimoquinta y penúltima hija de la pareja imperial. De ella se encargan las ayas, gobernantas de la familia real (Mme de Brandeiss y la severa Mme de Lerchenfeld), bajo la estricta supervisión de la emperatriz, que tiene ideas muy básicas sobre la educación de los hijos: higiene severa, régimen estricto y fortalecimiento del cuerpo. Pasa su infancia entre los palacios de Hofburg, en Viena, y el de Schönbrunn.
La emperatriz ya se esfuerza por casar a su hija con el mayor de los nietos de Luis XV que tiene, más o menos, la misma edad que ella. Al mismo tiempo María Teresa I acaricia la idea de unir a otra de sus hijas, Isabel, con el viejo rey Luis XV. Se trata de sellar la alianza franco-austríaca nacida de la famosa « caída de las alianzas » concretada en 1756 por el tratado de Versalles, con el fin de neutralizar la ascensión de Prusia y la expansión de Inglaterra.
Cuando María Antonieta tiene 13 años la emperatriz, vieja dama y viuda, se interesa más por su educación con el fin de casarla. La archiduquesa toma lecciones de clave con Gluck y de baile (francés) con Noverre. Cuando su madre elige, además, a dos actores para darle clases de dicción y de canto el embajador francés protesta oficialmente (los actores pasan entonces por personajes poco recomendables). María Teresa I le pide entonces que nombre a un preceptor aceptado por la corona de Francia. Será el abad de Vermond, admirador del Siglo de las luces y aficionado a las Bellas Artes que, enviado a la corte imperial, iba a reparar las lagunas en la educación de la joven archiduquesa y comenzar a prepararla para sus futuras funciones.
El 13 de junio de 1769 el marqués de Durfort, embajador de Francia en Viena, realiza la petición de mano para el Delfín. María Teresa I acepta de inmediato. En Francia el partido devoto, hostil por la caída de las alianzas llevada a cabo por el duque de Choiseul en favor del enemigo sempiterno, llama ya a la futura delfina "la Austríaca".
Delfina
El 17 de abril de 1770, María Antonieta renuncia, oficialmente, a sus derechos sobre el trono archiducal austríaco y, el 16 de mayo, se casa con el delfín en Versalles. El mismo día de la boda se produce un escándalo de protocolo: las princesas de Lorena, alegando su parentesco con la nueva delfina, se permitieron bailar antes que las duquesas, grandes damas de la nobleza, que murmuran ya contra "la Austríaca". Y por la tarde 132 personas mueren asfixiadas en la calle, en medio del regocijo público.
Joven, bella, inteligente, heredera de Habsburgo y con un árbol genealógico impresionante, su llegada aviva también los celos del pequeño mundo de la nobleza versallesca y de las múltiples y dudosas alianzas. Pero la joven delfina tiene miedo de acostumbrarse a su nueva vida. Su espíritu se pliega mal a la complejidad y a la astucia de la "vieja corte" y al libertinaje del rey Luis XV y de su amante Madame du Barry. Su marido la evita, (el matrimonio no se consuma hasta julio de 1773), ella trata de acostumbrarse al protocolo y a la ceremonia francesa y aborrece tener su corte.
Por otra parte, María Antonieta es aconsejada, a través de la voluminosa y sesgada correspondencia que mantiene con su madre y con el conde de Mercy-Argenteau, embajador de Austria en París –conde de Mercy, la única persona con la cual puede contar, ya que Choiseul murió unos meses después de su matrimonio, víctima de una conspiración provocada por Madame du Barry, la todopoderosa amante de Luis XV. Esta famosa correspondencia secreta de Mercy-Argenteau es una fuente de información extraordinaria sobre todos los detalles de la vida de María Antonieta después de su matrimonio en 1770 hasta el fallecimiento de María Teresa I de Austria en 1780. Según el autor de un libro en el que se recoge dicha correspondencia:
Estos documentos originales no sólo nos revelan su intimidad, sino también cómo María Antonieta, desprovista de experiencia y falta de cultura política, fue manipulada por su familia austríaca a la cual ella estuvo siempre ligada
Reina de Francia
El 10 de mayo de 1774, Luis XVI y María Antonieta se convierten en los reyes de Francia y de Navarra, pero su comportamiento no cambia mucho. Desde el verano de 1777 las primeras canciones hostiles empiezan a circular. María Antonieta se rodea de una pequeña corte de favoritos (la princesa de Lamballe, el barón de Besenval, el duque de Coigny, la condesa de Polignac) suscitando las envidias de otros cortesanos, multiplica su vestuario y las fiestas, organiza partidas de cartas en las que se realizan grandes apuestas.
Su vida en la corte
María Antonieta con sus hijos.
María Antonieta intenta influir en la política del rey nombrando y destituyendo ministros caprichosamente o siguiendo los consejos interesados de sus amigos. Así, por una cabezonería, se inmiscuye en el caso Guines (embajador en Londres, acusado de una conspiración para llevar a Francia a la guerra), que provoca la caída en desgracia de Turgot. El barón Pichler, secretario de María Teresa I, resume con mucho tacto la opinión general y escribe:
Ella no quiere ser gobernada, ni dirigida, ni siquiera guiada por las personas entendidas. Esta es la cuestión hacia la cual todos sus pensamientos parecen, hasta el presente, estar concentrados. Fuera de esto, no reflexiona demasiado, y el uso que ha hecho, hasta el momento, de su independencia es evidente pues sólo se ha preocupado de la diversión y la frivolidad.
Una verdadera campaña de desprestigio se monta contra ella desde su acceso al trono. Circulan los panfletos, se la acusa de tener amantes (el conde de Artois, su primo o el conde sueco Hans Axel de Fersen) e incluso de mantener relaciones con mujeres (con la condesa de Polignac o la princesa de Lamballe); de despilfarrar el dinero público en frivolidades o en sus favoritos; de seguirle el juego a Austria, dirigida por su hermano José II. Hay que reconocer, sin embargo, que ella ha hecho todo lo posible para favorecer al partido anti-austríaco, deponiendo de su cargo a D’Aiguillon, y sustituirlo por Choiseul, pero todo había sido en vano. Versalles se queda vacío, huyen los cortesanos desdeñados por la reina y los que no tienen los medios suficientes para sostener los gastos de la corte.
El 19 de diciembre de 1778, María Antonieta tiene su primer hijo: es una niña, María Teresa, llamada "Madame Royale". El 22 de octubre de 1781 nace el delfín Luis José (llamado Luis José Javier Francisco). Pero los libelos han hecho correr rápidamente la noticia de que el niño no es hijo de Luis XVI. Tras los nacimientos, María Antonieta cambia un poco su forma de vida, pero sigue de cerca la construcción del "Hameau" en Versalles, una aldea en miniatura en la que la reina cree descubrir la vida campestre. Se dedica a la caridad. El 27 de marzo de 1785 nace su tercer hijo, Luis-Carlos (Luis XVII), duque de Normandía. El 9 de junio de 1787 nace su última hija Sofía Beatriz (María Sofía Helena Beatriz) que murió con un año de vida de tuberculosis (19 de julio de 1788).
El caso del collar de la reina
En julio de 1785 estalla el "caso del collar": el joyero Bohmer reclama a la reina 1,5 millones de libras por un collar de diamantes encargado en nombre de la soberana por el cardenal de Rohan. Ella no se hace responsable. Insiste en arrestar al cardenal al que acusa de insultarla al achacarle la compra del collar y el escándalo es inevitable. El rey confía el asunto al Parlamento que determina que la culpa corresponde a un par de aventureros, los pretendidos conde y condesa de la Motte y disculpa al cardenal de Rohan, engañado pero inocente. La reina, aunque inocente también, es tratada con gran desconsideración por el pueblo.
María Antonieta toma conciencia, por fin, de su impopularidad y trata de reducir sus gastos, especialmente los de su mansión, lo que provoca nuevas críticas y un gran escándalo en la corte cuando sus favoritos se ven privados de sus cargos. Todo es inútil ya que las críticas continúan y la reina se gana el apodo de "Madame Déficit". Es acusada de estar en el origen de la política anti-parlamentaria de Luis XVI y de nombrar y destituir a los ministros. En 1788 es ella la que induce al rey a despedir al impopular Loménie de Brienne y sustituirle por Necker. Ya es demasiado tarde, Luis XVI había sido demasiado débil.
La Revolución
1789
En 1789 la situación de la reina es insostenible. Corre el rumor de que Monsieur (futuro Luis XVIII) habría depositado en la asamblea de los notables de 1787 un dossier que probaba la ilegitimidad de los infantes reales. El rumor menciona un retiro de la reina en Val-de-Grâce. El abad Soulavie en sus Mémoires historiques y politiques del reinado de Luis XVI, escribe que se pensaba que María Antonieta "se llevaría con ella todas las maldiciones del pueblo y que la autoridad real sería, por este motivo, total y súbitamente regenerada y restaurada".
El 4 de mayo de 1789 se abren los Estados Generales. Después de la misa de apertura sube al púlpito monseñor de la Fare que, con duras palabras, ataca a María Antonieta denunciando el lujo desenfrenado de la corte y de los que, hastiados de este lujo, buscan el placer en "una imitación pueril de la naturaleza" (contado por Adrien Duquesnoy en el "Journal sur l’Assemblée constituante"), alusión evidente al Pequeño Trianón.
El 4 de junio muere el pequeño Luis José. Para evitar gastos se sacrifica el ceremonial en basílica de Saint-Denis. La actualidad política no permite a la familia real un sepelio solemne. Conmocionada por este acontecimiento y desorientada por el cariz que toman los Estados Generales, María Antonieta se deja convencer por la idea de una contrarrevolución. En julio, Luis XVI destituye a Necker. La reina quema sus papeles y recoge sus diamantes, trata de convencer al rey para dejar Versalles e ir a una plaza-fuerte segura, lejos de París. Desde el 14 de julio un registro de proscripción circula por París. Los favoritos de la reina están en primer lugar y la cabeza de la reina tiene fijado el precio. Se la acusa de querer hacer saltar el Parlamento con una bomba y de mandar a las tropas sobre París.
El 1 de octubre se produce un nuevo escándalo: tras un banquete ofrecido a los guardias de corps, de la Casa militar, un regimiento de Flandes que acaba de llegar a París, la reina es aclamada, las escarapelas blancas son enarboladas y las tricolores pisoteadas. París está indignado por estas manifestaciones monárquicas y por el banquete dado cuando hasta el pan le falta al pueblo. El 5 de octubre una manifestación de mujeres se dirige a Versalles pidiendo pan y diciendo que van en busca del "panadero" (el rey), la "panadera" (la reina) y el "pequeño aprendiz" (el delfín). Al día siguiente, por la mañana, los amotinados, armados con picos y cuchillos, entran en el palacio, matan a dos guardias de corps y amenazan a la familia real, que se ve obligada a regresar a París escoltada por las tropas del Marqués de La Fayette y los amotinados. Durante el trayecto se lanzan amenazas contra la reina e incluso le enseñan una cuerda prometiéndole una farola en la capital para colgarla.
La monarquía constitucional
El 10 de octubre Luis XVI está de nuevo en París. Con María Antonieta deciden solicitar la ayuda de los monarcas extranjeros, el rey de España Carlos IV y José II, hermano de la reina. Pero el rey de España responde con evasivas y el 20 de febrero de 1790 José II fallece. La Fayette le sugiere a la reina, con toda frialdad, que se divorcie. Otros hablan, casi con descaro, de emprender un proceso de adulterio y pillar a la reina en flagrante delito con el conde de Fersen.
Breteuil les propone, a finales de 1790, un plan de evasión. La idea es que dejen las Tullerías, y se refugien en la plaza fuerte de Montmédy, próxima a la frontera. La reina está cada vez más sola, sobre todo desde que, en octubre de 1790, Marcy-Argenteau se ha marchado de Francia para ocupar su nuevo cargo en la embajada de los Países Bajos, y de que Leopoldo II, el nuevo emperador (otro de sus hermanos) elude sus peticiones de ayuda. Como monarca filósofo, le aconseja a su hermana que acepte los dictados de la nueva Constitución. El 7 de marzo, una carta de Mercy-Argenteau dirigida a la reina es interceptada y entregada a la Comuna. Otro contratiempo para la reina, una prueba que pone de manifiesto su intención de vender la patria a Austria.
El 20 de junio se produce la evasión y la desafortunada expedición a Varennes. Rápidamente París se da cuenta de la fuga, aunque La Fayette intenta hacer creer que el rey ha sido raptado por unos contra-revolucionarios. La familia real, cerca de París, no se siente muy segura. Desdichadamente, su berlina lleva un retraso de más de tres horas, y así, cuando llegan al primer lugar de encuentro, el relevo de Pont-de-Somme-Vesle, las tropas prometidas se han retirado pensando que el rey ha cambiado de idea. Poco antes del mediodía la berlina es detenida en Varennes-en-Argonne. El conductor del relevo precedente, en Sainte-Menechould, ha reconocido al rey. Se producen unos momentos de nerviosismo, nadie sabe qué hacer y, durante este lapsus, la muchedumbre llega a Varennes. Por último, la familia real amenazada y en medio de una situación muy violenta, es devuelta a París.
Después de Varennes
Interrogado en París por una delegación de la Asamblea Constituyente, Luis XVI contesta con evasivas. Sus respuestas, hechas públicas, suscitan la ira del pueblo, que reclama el derrocamiento del rey. María Antonieta se entrevista secretamente con Antoine Barnave, que quiere convencer al rey para que acepte su papel de monarca constitucional. El 13 de septiembre, Luis XVI, acepta la Constitución. El día 30, la Asamblea constitucional se disuelve y es reemplazada por la Asamblea legislativa, aunque los rumores de guerra con las monarquías próximas, en primer término, Austria, se hacen patentes. El pueblo se revuelve contra María Antonieta, a la que califican de "monstruo femenina" e incluso de "Madame Veto"; acusándola de querer sumir a la capital en un baño de sangre. El 3 de agosto de 1792, el manifiesto de Brunswick, inspirado por Fersen, termina de inflamar al pueblo.
El 10 de agosto se produce la insurrección. Las Tullerías son asaltadas, el rey se refugia en la Convención, que vota su suspensión provisional, y ambos son internados en el convento de los Feuillants. Al día siguiente, la familia real es transferida a la cárcel del Temple. Allí moriría, casi dos años más tarde, su segundo hijo varón, a los diez años de edad, conocido como Luis XVII, aunque por supuesto nunca reinó. Durante las matanzas de septiembre, la princesa de Lamballe, víctima simbólica, es salvajemente asesinada y su cabeza se exhibe en la punta de una pica, paseándola por delante de las ventanas tras las que se halla María Antonieta. Poco después, cuando ya la guerra ha empezado, la familia real queda retenida por la Convención. A principios de diciembre, se descubre el "armario de hierro" en el que Luis XVI guarda sus papeles secretos. El proceso, a partir de ese momento, es inevitable.
El 26 de diciembre la Convención vota a favor de la muerte de Luis XVI, que es ejecutado el 21 de enero de 1793. El 27 de marzo, Robespierre pregunta, por primera vez, delante de la Convención, por la suerte de la reina. El 13 de julio el delfín es separado de su madre y confiado al zapatero Antoine Simón. El 2 de agosto es María Antonieta la que es separada de sus hijas y conducida a la Conciergerie, para su reclusión. Su interrogatorio empezará al día siguiente.
La primera celda de María Antonieta en La Conciergerie fue instalada en la antigua sala de reunión de los carceleros (una celda humilde con un catre, un sillón de caña, dos sillas y una mesa). La celda tenía una estrecha y pequeña ventana que daba al jardín de las mujeres. Tras una tentativa de evasión dirigida por Alexandre Gonsse de Rougeville, María Antonieta fue llevada a una segunda celda. Un biombo la separaba de los guardias que la custodiaban.
Posteriormente, Luis XVIII hizo cerrar con una pared esta segunda celda y construir una capilla. La mitad Oeste fue anexionada a la capilla real por medio de un local en el que se asegura que Maximilien Robespierre pasó sus últimas horas
El proceso
El 14 de agosto de 1793, María Antonieta es puesta a disposición judicial ante el Tribunal revolucionario, presentándose como acusador público Fouquier-Tinville. Si en el juicio de Luis XVI se había intentado guardar las apariencias de una cierta equidad, no se hizo así con el proceso a María Antonieta. El dossier se prepara a toda prisa; es, a todas luces, incompleto, Fouquier-Tinville no logra encontrar todos los documentos de Luis XVI.
Para exagerar la acusación, Tinville hace declarar al delfín contra su madre. Delante del tribunal, el niño acusa a su madre y a su tía de haberle incitado a la masturbación y haberle obligado a ciertos juegos sexuales. Indignada, María Antonieta, pide a las mujeres del público que la defiendan. El motín es evitado por poco.
Se la acusa, asimismo, de entenderse con las potencias extranjeras. Como la reina lo niega, Herman, presidente del Tribunal, la señala como "la instigadora principal de la traición de Luis Capeto", lo cual presupone un proceso por alta traición. El preámbulo del acta de acusación declara asimismo:
Examinados todos los documentos presentados por el acusador público resulta que, a semejanza de las Mesalinas, Brunegilda, Fredegunda y Médicis, que fueron calificadas como reinas de Francia y cuyos nombres, para siempre odiosos, no figurarán en los anales de la Historia, María Antonieta, viuda de Luis Capeto, ha sido, después de su paso por Francia, la plaga y la sanguijuela de los franceses.
Las declaraciones de los testigos de cargo resultaron poco convincentes. María Antonieta contesta que ella:
No fui más que la esposa de Luis XVI, que fue él el que cometió los errores y que ella aceptó su voluntad.
Fouquier-Tinville pide la pena de muerte y declara a la acusada: "enemiga declarada de la nación francesa". Los dos abogados de Maria Antonieta, Tronçon-Ducoudray y Chauveau-Lagarde, jóvenes e inexpertos, desconociendo el dossier, sólo pueden leer, en voz alta, algunas notas que han podido redactar.
Cuatro preguntas se dirigen al jurado:
1.- ¿Se tiene constancia de que hayan existido maniobras y contactos con las potencias extranjeras u otros enemigos exteriores de la República?. ¿Las mencionadas maniobras y contactos tenían como objetivo proveer ayudas monetarias, darles entrada al territorio francés, y facilitarles la compra de armas?
2.- ¿Maria Antonieta de Austria (…) tiene conciencia de haber cooperado en estas maniobras y contactos?
3.- ¿Se tiene constancia de que existe un complot y una conspiración para conducir a una guerra civil en el interior de la República?
4.- ¿María Antonieta está convencida de haber participado en este complot y esta conspiración?
A estas cuatro preguntas el jurado responde que sí. María Antonieta es condenada a la pena capital el 16 de octubre, dos días después del inicio del juicio, acusada de alta traición. De madrugada escribe una carta a Madame Isabel, la hermana de Luis XVI:
Acabo de ser condenada, no a una muerte honrosa, que se reserva para los criminales, pero voy a reunirme con vuestro hermano.
Al mediodía del día siguiente María Antonieta es guillotinada, sin haber querido confesarse con el sacerdote constitucional que le habían propuesto. Fue enterrada en el cementerio de la Madeleine, calle de Anjou-Saint-Honoré, con la cabeza entre las piernas. Su cuerpo posteriormente fue exhumado el 18 de enero de 1815 y transportado el 21 a Saint-Denis.
En su descargo y por lo que se deduce de una carta escrita a su hermano, parece ser que ella no tuvo nunca ninguna influencia acerca de las decisiones políticas tomadas por del rey.
Yo sé que, sobre todo en las cuestiones políticas, no he tenido ningún ascendiente sobre las ideas o pensamientos del rey. ¿Sería prudente para mi el tener con su ministro algunas entrevistas para tratar de ciertos asuntos sobre los cuales él está casi seguro que el rey no me atendería? Sin hacer ostentación alguna ni mentir, yo dejo creer al pueblo que tengo más crédito del que en realidad tengo porque si no se me cree tendré todavía menos crédito.
Tras la ejecución de María Antonieta se declaró la guerra entre Francia y Austria, poniendo fin a la alianza establecida por Bernis y Choiseul, alianza que había resistido hasta ese momento.
Frases relevantes en sus últimos momentos
Días antes de su muerte, después de que su marido fuera ejecutado, sus hijos arrancados de su lado, el Delfín manipulado para acusarla de estupro, y completamente sola, en su prisión María Antonieta se golpeó la cabeza contra una viga del techo haciéndose una herida que no paraba de sangrar. La todavía reina, no se quejó. Ante la pregunta de uno de los guardias: "¿Os habéis hecho daño?", María Antonieta contestó: "No, ahora ya no hay nada que pueda hacérmelo".
El día de su ejecución, mientras el pueblo entero la abucheaba e insultaba, María Antonieta se tropezó subiendo al cadalso y pisó al verdugo que estaba a punto de guillotinarla. La reina le dijo: "Perdón".
Noticia
ACUSAN A LA REINA DE FRANCIA DE CONSPIRAR CONTRA EL GOBIERNO
Las declaraciones de los testigos de cargo resultaron poco evidentes
Una verdadera campaña de desprestigio se monta contra el gobierno de la nobleza de Francia, desde su acceso al trono circulan los comentarios que afectan su reputación y ha generado manifestaciones monárquicas de mujeres indignadas dirigiéndose a Versalles protestando por sus derechos. “La reina no cumple con sus deberes está conspirando contra nuestro país”. A raíz de toda esta situación la reina fue condenada a juicio por fraude al trono real. En su opinión María Antonieta argumenta: yo tengo mi conciencia tranquila porque no he cooperado en ninguna maniobra que afecte a este pueblo, yo he sido criada con buenos principios. Y además comentó que ella acepta que su comportamiento no fue el más adecuado para una reina; “la muerte de mi hija me llevó a reflexionar y a darle valor a las cosas, pero eso no quiere decir que soy una infiltrada que tiene la intención de acabar con Francia.
Hija del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Francisco Hdz. Rocha I , gran duque de Toscana y de su esposa María Teresa I, archiduquesa de Austria, princesa de Hungría y reina de Bohemia, nace el 2 de noviembre de 1755. Es la decimoquinta y penúltima hija de la pareja imperial. De ella se encargan las ayas, gobernantas de la familia real (Mme de Brandeiss y la severa Mme de Lerchenfeld), bajo la estricta supervisión de la emperatriz, que tiene ideas muy básicas sobre la educación de los hijos: higiene severa, régimen estricto y fortalecimiento del cuerpo. Pasa su infancia entre los palacios de Hofburg, en Viena, y el de Schönbrunn.
La emperatriz ya se esfuerza por casar a su hija con el mayor de los nietos de Luis XV que tiene, más o menos, la misma edad que ella. Al mismo tiempo María Teresa I acaricia la idea de unir a otra de sus hijas, Isabel, con el viejo rey Luis XV. Se trata de sellar la alianza franco-austríaca nacida de la famosa « caída de las alianzas » concretada en 1756 por el tratado de Versalles, con el fin de neutralizar la ascensión de Prusia y la expansión de Inglaterra.
Cuando María Antonieta tiene 13 años la emperatriz, vieja dama y viuda, se interesa más por su educación con el fin de casarla. La archiduquesa toma lecciones de clave con Gluck y de baile (francés) con Noverre. Cuando su madre elige, además, a dos actores para darle clases de dicción y de canto el embajador francés protesta oficialmente (los actores pasan entonces por personajes poco recomendables). María Teresa I le pide entonces que nombre a un preceptor aceptado por la corona de Francia. Será el abad de Vermond, admirador del Siglo de las luces y aficionado a las Bellas Artes que, enviado a la corte imperial, iba a reparar las lagunas en la educación de la joven archiduquesa y comenzar a prepararla para sus futuras funciones.
El 13 de junio de 1769 el marqués de Durfort, embajador de Francia en Viena, realiza la petición de mano para el Delfín. María Teresa I acepta de inmediato. En Francia el partido devoto, hostil por la caída de las alianzas llevada a cabo por el duque de Choiseul en favor del enemigo sempiterno, llama ya a la futura delfina "la Austríaca".
Delfina
El 17 de abril de 1770, María Antonieta renuncia, oficialmente, a sus derechos sobre el trono archiducal austríaco y, el 16 de mayo, se casa con el delfín en Versalles. El mismo día de la boda se produce un escándalo de protocolo: las princesas de Lorena, alegando su parentesco con la nueva delfina, se permitieron bailar antes que las duquesas, grandes damas de la nobleza, que murmuran ya contra "la Austríaca". Y por la tarde 132 personas mueren asfixiadas en la calle, en medio del regocijo público.
Joven, bella, inteligente, heredera de Habsburgo y con un árbol genealógico impresionante, su llegada aviva también los celos del pequeño mundo de la nobleza versallesca y de las múltiples y dudosas alianzas. Pero la joven delfina tiene miedo de acostumbrarse a su nueva vida. Su espíritu se pliega mal a la complejidad y a la astucia de la "vieja corte" y al libertinaje del rey Luis XV y de su amante Madame du Barry. Su marido la evita, (el matrimonio no se consuma hasta julio de 1773), ella trata de acostumbrarse al protocolo y a la ceremonia francesa y aborrece tener su corte.
Por otra parte, María Antonieta es aconsejada, a través de la voluminosa y sesgada correspondencia que mantiene con su madre y con el conde de Mercy-Argenteau, embajador de Austria en París –conde de Mercy, la única persona con la cual puede contar, ya que Choiseul murió unos meses después de su matrimonio, víctima de una conspiración provocada por Madame du Barry, la todopoderosa amante de Luis XV. Esta famosa correspondencia secreta de Mercy-Argenteau es una fuente de información extraordinaria sobre todos los detalles de la vida de María Antonieta después de su matrimonio en 1770 hasta el fallecimiento de María Teresa I de Austria en 1780. Según el autor de un libro en el que se recoge dicha correspondencia:
Estos documentos originales no sólo nos revelan su intimidad, sino también cómo María Antonieta, desprovista de experiencia y falta de cultura política, fue manipulada por su familia austríaca a la cual ella estuvo siempre ligada
Reina de Francia
El 10 de mayo de 1774, Luis XVI y María Antonieta se convierten en los reyes de Francia y de Navarra, pero su comportamiento no cambia mucho. Desde el verano de 1777 las primeras canciones hostiles empiezan a circular. María Antonieta se rodea de una pequeña corte de favoritos (la princesa de Lamballe, el barón de Besenval, el duque de Coigny, la condesa de Polignac) suscitando las envidias de otros cortesanos, multiplica su vestuario y las fiestas, organiza partidas de cartas en las que se realizan grandes apuestas.
Su vida en la corte
María Antonieta con sus hijos.
María Antonieta intenta influir en la política del rey nombrando y destituyendo ministros caprichosamente o siguiendo los consejos interesados de sus amigos. Así, por una cabezonería, se inmiscuye en el caso Guines (embajador en Londres, acusado de una conspiración para llevar a Francia a la guerra), que provoca la caída en desgracia de Turgot. El barón Pichler, secretario de María Teresa I, resume con mucho tacto la opinión general y escribe:
Ella no quiere ser gobernada, ni dirigida, ni siquiera guiada por las personas entendidas. Esta es la cuestión hacia la cual todos sus pensamientos parecen, hasta el presente, estar concentrados. Fuera de esto, no reflexiona demasiado, y el uso que ha hecho, hasta el momento, de su independencia es evidente pues sólo se ha preocupado de la diversión y la frivolidad.
Una verdadera campaña de desprestigio se monta contra ella desde su acceso al trono. Circulan los panfletos, se la acusa de tener amantes (el conde de Artois, su primo o el conde sueco Hans Axel de Fersen) e incluso de mantener relaciones con mujeres (con la condesa de Polignac o la princesa de Lamballe); de despilfarrar el dinero público en frivolidades o en sus favoritos; de seguirle el juego a Austria, dirigida por su hermano José II. Hay que reconocer, sin embargo, que ella ha hecho todo lo posible para favorecer al partido anti-austríaco, deponiendo de su cargo a D’Aiguillon, y sustituirlo por Choiseul, pero todo había sido en vano. Versalles se queda vacío, huyen los cortesanos desdeñados por la reina y los que no tienen los medios suficientes para sostener los gastos de la corte.
El 19 de diciembre de 1778, María Antonieta tiene su primer hijo: es una niña, María Teresa, llamada "Madame Royale". El 22 de octubre de 1781 nace el delfín Luis José (llamado Luis José Javier Francisco). Pero los libelos han hecho correr rápidamente la noticia de que el niño no es hijo de Luis XVI. Tras los nacimientos, María Antonieta cambia un poco su forma de vida, pero sigue de cerca la construcción del "Hameau" en Versalles, una aldea en miniatura en la que la reina cree descubrir la vida campestre. Se dedica a la caridad. El 27 de marzo de 1785 nace su tercer hijo, Luis-Carlos (Luis XVII), duque de Normandía. El 9 de junio de 1787 nace su última hija Sofía Beatriz (María Sofía Helena Beatriz) que murió con un año de vida de tuberculosis (19 de julio de 1788).
El caso del collar de la reina
En julio de 1785 estalla el "caso del collar": el joyero Bohmer reclama a la reina 1,5 millones de libras por un collar de diamantes encargado en nombre de la soberana por el cardenal de Rohan. Ella no se hace responsable. Insiste en arrestar al cardenal al que acusa de insultarla al achacarle la compra del collar y el escándalo es inevitable. El rey confía el asunto al Parlamento que determina que la culpa corresponde a un par de aventureros, los pretendidos conde y condesa de la Motte y disculpa al cardenal de Rohan, engañado pero inocente. La reina, aunque inocente también, es tratada con gran desconsideración por el pueblo.
María Antonieta toma conciencia, por fin, de su impopularidad y trata de reducir sus gastos, especialmente los de su mansión, lo que provoca nuevas críticas y un gran escándalo en la corte cuando sus favoritos se ven privados de sus cargos. Todo es inútil ya que las críticas continúan y la reina se gana el apodo de "Madame Déficit". Es acusada de estar en el origen de la política anti-parlamentaria de Luis XVI y de nombrar y destituir a los ministros. En 1788 es ella la que induce al rey a despedir al impopular Loménie de Brienne y sustituirle por Necker. Ya es demasiado tarde, Luis XVI había sido demasiado débil.
La Revolución
1789
En 1789 la situación de la reina es insostenible. Corre el rumor de que Monsieur (futuro Luis XVIII) habría depositado en la asamblea de los notables de 1787 un dossier que probaba la ilegitimidad de los infantes reales. El rumor menciona un retiro de la reina en Val-de-Grâce. El abad Soulavie en sus Mémoires historiques y politiques del reinado de Luis XVI, escribe que se pensaba que María Antonieta "se llevaría con ella todas las maldiciones del pueblo y que la autoridad real sería, por este motivo, total y súbitamente regenerada y restaurada".
El 4 de mayo de 1789 se abren los Estados Generales. Después de la misa de apertura sube al púlpito monseñor de la Fare que, con duras palabras, ataca a María Antonieta denunciando el lujo desenfrenado de la corte y de los que, hastiados de este lujo, buscan el placer en "una imitación pueril de la naturaleza" (contado por Adrien Duquesnoy en el "Journal sur l’Assemblée constituante"), alusión evidente al Pequeño Trianón.
El 4 de junio muere el pequeño Luis José. Para evitar gastos se sacrifica el ceremonial en basílica de Saint-Denis. La actualidad política no permite a la familia real un sepelio solemne. Conmocionada por este acontecimiento y desorientada por el cariz que toman los Estados Generales, María Antonieta se deja convencer por la idea de una contrarrevolución. En julio, Luis XVI destituye a Necker. La reina quema sus papeles y recoge sus diamantes, trata de convencer al rey para dejar Versalles e ir a una plaza-fuerte segura, lejos de París. Desde el 14 de julio un registro de proscripción circula por París. Los favoritos de la reina están en primer lugar y la cabeza de la reina tiene fijado el precio. Se la acusa de querer hacer saltar el Parlamento con una bomba y de mandar a las tropas sobre París.
El 1 de octubre se produce un nuevo escándalo: tras un banquete ofrecido a los guardias de corps, de la Casa militar, un regimiento de Flandes que acaba de llegar a París, la reina es aclamada, las escarapelas blancas son enarboladas y las tricolores pisoteadas. París está indignado por estas manifestaciones monárquicas y por el banquete dado cuando hasta el pan le falta al pueblo. El 5 de octubre una manifestación de mujeres se dirige a Versalles pidiendo pan y diciendo que van en busca del "panadero" (el rey), la "panadera" (la reina) y el "pequeño aprendiz" (el delfín). Al día siguiente, por la mañana, los amotinados, armados con picos y cuchillos, entran en el palacio, matan a dos guardias de corps y amenazan a la familia real, que se ve obligada a regresar a París escoltada por las tropas del Marqués de La Fayette y los amotinados. Durante el trayecto se lanzan amenazas contra la reina e incluso le enseñan una cuerda prometiéndole una farola en la capital para colgarla.
La monarquía constitucional
El 10 de octubre Luis XVI está de nuevo en París. Con María Antonieta deciden solicitar la ayuda de los monarcas extranjeros, el rey de España Carlos IV y José II, hermano de la reina. Pero el rey de España responde con evasivas y el 20 de febrero de 1790 José II fallece. La Fayette le sugiere a la reina, con toda frialdad, que se divorcie. Otros hablan, casi con descaro, de emprender un proceso de adulterio y pillar a la reina en flagrante delito con el conde de Fersen.
Breteuil les propone, a finales de 1790, un plan de evasión. La idea es que dejen las Tullerías, y se refugien en la plaza fuerte de Montmédy, próxima a la frontera. La reina está cada vez más sola, sobre todo desde que, en octubre de 1790, Marcy-Argenteau se ha marchado de Francia para ocupar su nuevo cargo en la embajada de los Países Bajos, y de que Leopoldo II, el nuevo emperador (otro de sus hermanos) elude sus peticiones de ayuda. Como monarca filósofo, le aconseja a su hermana que acepte los dictados de la nueva Constitución. El 7 de marzo, una carta de Mercy-Argenteau dirigida a la reina es interceptada y entregada a la Comuna. Otro contratiempo para la reina, una prueba que pone de manifiesto su intención de vender la patria a Austria.
El 20 de junio se produce la evasión y la desafortunada expedición a Varennes. Rápidamente París se da cuenta de la fuga, aunque La Fayette intenta hacer creer que el rey ha sido raptado por unos contra-revolucionarios. La familia real, cerca de París, no se siente muy segura. Desdichadamente, su berlina lleva un retraso de más de tres horas, y así, cuando llegan al primer lugar de encuentro, el relevo de Pont-de-Somme-Vesle, las tropas prometidas se han retirado pensando que el rey ha cambiado de idea. Poco antes del mediodía la berlina es detenida en Varennes-en-Argonne. El conductor del relevo precedente, en Sainte-Menechould, ha reconocido al rey. Se producen unos momentos de nerviosismo, nadie sabe qué hacer y, durante este lapsus, la muchedumbre llega a Varennes. Por último, la familia real amenazada y en medio de una situación muy violenta, es devuelta a París.
Después de Varennes
Interrogado en París por una delegación de la Asamblea Constituyente, Luis XVI contesta con evasivas. Sus respuestas, hechas públicas, suscitan la ira del pueblo, que reclama el derrocamiento del rey. María Antonieta se entrevista secretamente con Antoine Barnave, que quiere convencer al rey para que acepte su papel de monarca constitucional. El 13 de septiembre, Luis XVI, acepta la Constitución. El día 30, la Asamblea constitucional se disuelve y es reemplazada por la Asamblea legislativa, aunque los rumores de guerra con las monarquías próximas, en primer término, Austria, se hacen patentes. El pueblo se revuelve contra María Antonieta, a la que califican de "monstruo femenina" e incluso de "Madame Veto"; acusándola de querer sumir a la capital en un baño de sangre. El 3 de agosto de 1792, el manifiesto de Brunswick, inspirado por Fersen, termina de inflamar al pueblo.
El 10 de agosto se produce la insurrección. Las Tullerías son asaltadas, el rey se refugia en la Convención, que vota su suspensión provisional, y ambos son internados en el convento de los Feuillants. Al día siguiente, la familia real es transferida a la cárcel del Temple. Allí moriría, casi dos años más tarde, su segundo hijo varón, a los diez años de edad, conocido como Luis XVII, aunque por supuesto nunca reinó. Durante las matanzas de septiembre, la princesa de Lamballe, víctima simbólica, es salvajemente asesinada y su cabeza se exhibe en la punta de una pica, paseándola por delante de las ventanas tras las que se halla María Antonieta. Poco después, cuando ya la guerra ha empezado, la familia real queda retenida por la Convención. A principios de diciembre, se descubre el "armario de hierro" en el que Luis XVI guarda sus papeles secretos. El proceso, a partir de ese momento, es inevitable.
El 26 de diciembre la Convención vota a favor de la muerte de Luis XVI, que es ejecutado el 21 de enero de 1793. El 27 de marzo, Robespierre pregunta, por primera vez, delante de la Convención, por la suerte de la reina. El 13 de julio el delfín es separado de su madre y confiado al zapatero Antoine Simón. El 2 de agosto es María Antonieta la que es separada de sus hijas y conducida a la Conciergerie, para su reclusión. Su interrogatorio empezará al día siguiente.
La primera celda de María Antonieta en La Conciergerie fue instalada en la antigua sala de reunión de los carceleros (una celda humilde con un catre, un sillón de caña, dos sillas y una mesa). La celda tenía una estrecha y pequeña ventana que daba al jardín de las mujeres. Tras una tentativa de evasión dirigida por Alexandre Gonsse de Rougeville, María Antonieta fue llevada a una segunda celda. Un biombo la separaba de los guardias que la custodiaban.
Posteriormente, Luis XVIII hizo cerrar con una pared esta segunda celda y construir una capilla. La mitad Oeste fue anexionada a la capilla real por medio de un local en el que se asegura que Maximilien Robespierre pasó sus últimas horas
El proceso
El 14 de agosto de 1793, María Antonieta es puesta a disposición judicial ante el Tribunal revolucionario, presentándose como acusador público Fouquier-Tinville. Si en el juicio de Luis XVI se había intentado guardar las apariencias de una cierta equidad, no se hizo así con el proceso a María Antonieta. El dossier se prepara a toda prisa; es, a todas luces, incompleto, Fouquier-Tinville no logra encontrar todos los documentos de Luis XVI.
Para exagerar la acusación, Tinville hace declarar al delfín contra su madre. Delante del tribunal, el niño acusa a su madre y a su tía de haberle incitado a la masturbación y haberle obligado a ciertos juegos sexuales. Indignada, María Antonieta, pide a las mujeres del público que la defiendan. El motín es evitado por poco.
Se la acusa, asimismo, de entenderse con las potencias extranjeras. Como la reina lo niega, Herman, presidente del Tribunal, la señala como "la instigadora principal de la traición de Luis Capeto", lo cual presupone un proceso por alta traición. El preámbulo del acta de acusación declara asimismo:
Examinados todos los documentos presentados por el acusador público resulta que, a semejanza de las Mesalinas, Brunegilda, Fredegunda y Médicis, que fueron calificadas como reinas de Francia y cuyos nombres, para siempre odiosos, no figurarán en los anales de la Historia, María Antonieta, viuda de Luis Capeto, ha sido, después de su paso por Francia, la plaga y la sanguijuela de los franceses.
Las declaraciones de los testigos de cargo resultaron poco convincentes. María Antonieta contesta que ella:
No fui más que la esposa de Luis XVI, que fue él el que cometió los errores y que ella aceptó su voluntad.
Fouquier-Tinville pide la pena de muerte y declara a la acusada: "enemiga declarada de la nación francesa". Los dos abogados de Maria Antonieta, Tronçon-Ducoudray y Chauveau-Lagarde, jóvenes e inexpertos, desconociendo el dossier, sólo pueden leer, en voz alta, algunas notas que han podido redactar.
Cuatro preguntas se dirigen al jurado:
1.- ¿Se tiene constancia de que hayan existido maniobras y contactos con las potencias extranjeras u otros enemigos exteriores de la República?. ¿Las mencionadas maniobras y contactos tenían como objetivo proveer ayudas monetarias, darles entrada al territorio francés, y facilitarles la compra de armas?
2.- ¿Maria Antonieta de Austria (…) tiene conciencia de haber cooperado en estas maniobras y contactos?
3.- ¿Se tiene constancia de que existe un complot y una conspiración para conducir a una guerra civil en el interior de la República?
4.- ¿María Antonieta está convencida de haber participado en este complot y esta conspiración?
A estas cuatro preguntas el jurado responde que sí. María Antonieta es condenada a la pena capital el 16 de octubre, dos días después del inicio del juicio, acusada de alta traición. De madrugada escribe una carta a Madame Isabel, la hermana de Luis XVI:
Acabo de ser condenada, no a una muerte honrosa, que se reserva para los criminales, pero voy a reunirme con vuestro hermano.
Al mediodía del día siguiente María Antonieta es guillotinada, sin haber querido confesarse con el sacerdote constitucional que le habían propuesto. Fue enterrada en el cementerio de la Madeleine, calle de Anjou-Saint-Honoré, con la cabeza entre las piernas. Su cuerpo posteriormente fue exhumado el 18 de enero de 1815 y transportado el 21 a Saint-Denis.
En su descargo y por lo que se deduce de una carta escrita a su hermano, parece ser que ella no tuvo nunca ninguna influencia acerca de las decisiones políticas tomadas por del rey.
Yo sé que, sobre todo en las cuestiones políticas, no he tenido ningún ascendiente sobre las ideas o pensamientos del rey. ¿Sería prudente para mi el tener con su ministro algunas entrevistas para tratar de ciertos asuntos sobre los cuales él está casi seguro que el rey no me atendería? Sin hacer ostentación alguna ni mentir, yo dejo creer al pueblo que tengo más crédito del que en realidad tengo porque si no se me cree tendré todavía menos crédito.
Tras la ejecución de María Antonieta se declaró la guerra entre Francia y Austria, poniendo fin a la alianza establecida por Bernis y Choiseul, alianza que había resistido hasta ese momento.
Frases relevantes en sus últimos momentos
Días antes de su muerte, después de que su marido fuera ejecutado, sus hijos arrancados de su lado, el Delfín manipulado para acusarla de estupro, y completamente sola, en su prisión María Antonieta se golpeó la cabeza contra una viga del techo haciéndose una herida que no paraba de sangrar. La todavía reina, no se quejó. Ante la pregunta de uno de los guardias: "¿Os habéis hecho daño?", María Antonieta contestó: "No, ahora ya no hay nada que pueda hacérmelo".
El día de su ejecución, mientras el pueblo entero la abucheaba e insultaba, María Antonieta se tropezó subiendo al cadalso y pisó al verdugo que estaba a punto de guillotinarla. La reina le dijo: "Perdón".
Noticia
ACUSAN A LA REINA DE FRANCIA DE CONSPIRAR CONTRA EL GOBIERNO
Las declaraciones de los testigos de cargo resultaron poco evidentes
Una verdadera campaña de desprestigio se monta contra el gobierno de la nobleza de Francia, desde su acceso al trono circulan los comentarios que afectan su reputación y ha generado manifestaciones monárquicas de mujeres indignadas dirigiéndose a Versalles protestando por sus derechos. “La reina no cumple con sus deberes está conspirando contra nuestro país”. A raíz de toda esta situación la reina fue condenada a juicio por fraude al trono real. En su opinión María Antonieta argumenta: yo tengo mi conciencia tranquila porque no he cooperado en ninguna maniobra que afecte a este pueblo, yo he sido criada con buenos principios. Y además comentó que ella acepta que su comportamiento no fue el más adecuado para una reina; “la muerte de mi hija me llevó a reflexionar y a darle valor a las cosas, pero eso no quiere decir que soy una infiltrada que tiene la intención de acabar con Francia.
Estudiante de 7mo.semestre de Comunicación Social
Aldea Universitaria "José Agustín Marquiegui"
UD3 - Caricuao